Ya no. Ni tábano recogiendo miel del ojo en la última luz. Ni
furcias ni marucas. O. Un palabrón de tamaño tamañudo, de extremaduros jamones
en sal, y curtido de la mejor bacteria. Tampoco. Se escapa la mañana. O. Y. La
rumba del café en las evacuaciones alvinas. Esta mañana en griego, en puterías,
y los pleitos a espaldas de la lectura de Mario Montalbetti. Un rasguño en la
verruga y este pus (morado) de pruritos e {a} intervalos degenerados. La suma
tul en la garganta. Las postrimerías que nunca salieron a desnudarse con el
desnudo. Una lista breve. Ya veré, en el color Luis XV de mi tacita de Limoges, a
sus degollados.
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