jueves, 10 de mayo de 2012

Membrillero (1961) y Antonio López García





(Primer descubrimiento)
Una masa de agua debajo del membrillero. Algunas cosas sobreviven sin haber visto la luz. Si las buscaras en el diccionario, detrás de aspiro y respiro, una fila humana, sin evidencias de carnes, en un valle parido por arqueólogos, revocaría ese fluir en el poema que (todo lo) vitrifica. 

(Un día nublado)
Qué tal ese foco donde la forma es vientre (lento) en cada hoja. Deseo donde la pulpa expande mole. Y la luz, donde el mundo se penetra, y los roces de cósmicas casualidades responden Existes, desciende con los garrotazos que hay que darle a la mandioca y, nada, una insoportable ganas de orinar te sorprende (insignificante) ante el cierzo que mueve las ramas.

(Magos)
De modo que los membrillos en tus ojos se balancean y a ellos, incrédulo, te aferras. La mano desenvaina el guante donde guarda su espalda el truco cuando los dioses se sientan en la sala a charlar. Las cosas no son cuando son. Es evidente que hace mucho rato has dejado de creer que en ello haya alguna moraleja o alguna cancioncita.

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