Entre lineas (1993) y Antonia Eiriz |
Según un ánsar pierde altitud y anticipa caer,
El Eje de las montañas y los etílicos hangares reguarda un póstumo desatino
sobre las ramas de los secos cedros. En tanto, arriba, mano donde estaría
la ilusión, síntoma mayor cala el estado irrevisable. Y con ello, una
sorpresiva sombra acaece por si abajo fuese giro, 1000 grados, en el volcán que
la distancia fue. Y desbarra. Como prótesis, esplendor de lo que fuera, fin
que aparenta y ahora transforma en roce- efeméride- al ánsar atreverse a mirar el
mundo a los ojos.
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