Antoni Tapies |
En medio de la sala tengo una mesa al estilo
de Mongolia. Está rota. United Parcel Service (UPS) la rompió y aquí he heredado
estas leñas talladas de colores falsos. Atizan cremas y memoria en un aroma expandido por una montaña en la
que nunca me incumbirá el descuartizo del cuerpo humano. No creo que a nadie
le interese esa cumbre o el importe de mi necesidad y o, por supuesto, el pedazo
de inocencia hacia las turbias secciones de mi fe. Agrio soy. No argumentaré los recortes afirmados
en una lectura paralela de Sebald y en la cual se cuaja una historia común de
oriente a oxidante. Aparece en la sala -esta sala- el estado añejado, discusión,
por el maltrato semental de una arácnida a punto de hacer algo temerario. Acepto,
fútil, su servicio ante lo indigno. Mañana cargaré con la mesa. La pondré
frente al edificio. Quien quiera adoptarla tendrá la ilusión que tuve con ella y los años de negada utilidad. O. Un hombre se bajará del camión de la basura. La cargará sin mucho
esfuerzo. Halará una palanca. Y el ruido de los mecanismos a las 4 am
despertará a alguien del otro lado de la calle 30 minutos antes de ir a
trabajar.
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