21 de enero y 2011
Migraña. La vena (azul) con una corriente de eléboros hasta el meollo dando tumbos. Anoche y sus cuerdas de manzanillas atadas de amarguras. Tengo el cuello desollado de aguantarlas. Vaya collarín. Qué es lo que me duele. Doler por doler, me puede doler cualquier cosa en esta zona de la corteza.
Me cerca un judas florecido. No. Es una magnolia que floreció en enero del 89. Y me sorprendió la audacia, lo precoz que puede ser la esperanza. Será eso lo que me duele. Porque no creo que tenga color. Esta vez, no sueño ni me pongo en camisa de doble espiga.
Estoy temblando de tanta exactitud. Las cosas me siguen invadiendo con el intenso brillo de sus sugerencias, la existencia con su elíptica inalterable, con su nariz a lo divino; flor de la flor, gacelas de tu nombre. Y. Ahí las marranas, rechonchas, mastican en una fiesta de algarrobas sus penetrantes olores a hembra y hombre.
Qué es lo que me duele, carajo. Me quiero meter el dedo. Y esto no es para orificios.
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