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Las manos de Pilatos se llenaron de pasas e higos.
Fue una oferta que pasó por alto El Iscariote.
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La pesadez del mar se abstiene primero.
Luego, se precipita una gaviota sobre mi sándwich.
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Callar a las seis de la mañana. Para que no haya duda
Que se escucha la leche caer. Y para que no caiga en balde.
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En una lata de Coca Cola aparece un texto denominado,
Por su advertencia nutritiva, un tratado de extensión democrática.
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Adiós a los tamarindos. Adiós a las alturas rojas
De los flamboyanes. Dice adiós ese hombre que se ahoga.
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Escucho el trepar del chipojo. Alterado me vuelve la claridad
De sus huevos rotos y las ranuras de las paredes.
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Es un anillo tan perfecto que el radio del verde
Se convierte en la boca de una libanesa.
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Seguir un sueño hasta que vuele detrás de las palomas.
E insistir hasta donde duermen, gorjean y cagan.
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Elevar también sobre las decisiones del bien y el mal
La pureza de esa duda que se nos presenta en el menú del día.
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