Dama vestida de rojo, Glauco Capozzoli |
En El Palenque. Pamplonas. La mole
tibetana en preciso descuartizo bajo el tragante de aromas y pellejerías. Un
tren-invisible estación- se lleva por delante la forma, el humo, las cosas más
concisas, y las menos estimadas. Asoman endurecidas vísceras. Jamones
hipercolgantes. Y frente a mí- aparición- una brasilera se lo come todo. A mí con ello. A mí con su marido. A todo un paralelo de rabias desde Tordesillas
hasta su desquiciada ingestión en riel interminable. De polo a polo. Todos aquí
frente a nuestros platos. Cuchillos y cucharas. Y el paro del dudar donde sus
dedos son la fibra misma de una oscuridad del alfabeto. Queda, irreversible,
masticadora, su boca babeante. No es Drácula un momento ingenuo? No tiene
Frankenstein un hueso favorito? Y Corta con la agilidad de un siniestro mi
curiosidad. Me toma de la mirada. Y en las ventosas, suavidad de su pastosa
lengua, por su bolo deslízome, latido y sofoco, y allí me aferro a la seriada
endosimbiosis, esta noche, bicapa lipídica, en su hotel, sin que el portero y
su marido se enteren.
1 comentario:
Excelente blog, muy bueno. no solo el viaje se disfruta más que los bienes materiales, sino que la anticipación de las experiencias que se han de vivir durante el viaje genera una sensación de felicidad mayor que la anticipación de comprar objetos. las experiencias mejoran las relaciones sociales, se valoran más en sí mismas y menos en comparación con las de otras.
Fuente: galapagos islands cruise ships
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