Sobre la fresa atorada en su fresa
abierta, la playa se derrumba. Después se redime. Luego, infarta. La Parálisis
con su cuenta en cada paso. Yo paso, basto y moneda, copa y espada, de una fórmula
pitagórica a un sermón del monte. Y cuando me toca evacuar y nada cambia, la humedad
en la rambla- esgrimas del semáforo, tendedero, dos viejas que cruzan- enhebra
la sorpresa en una esquina de Pocitos-un autobús pasa con 4 pasajeros mirándome
orinar.
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