Sarandi y La Plaza Matriz |
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Montevideo. Qué ando buscando sino la
muerte. En las caderas de sus mujeres, las babas. La carne (adormecida) de las
reses pasadas, y a un lado, la línea del cemento, su arquitectura por los
corazones en el ejido del arraigo, la forma que toma la ciudad para ser un
perro. Y vengo. En colores. Vengo. La nariz sin olfato, la lengua disipada, los
brazos en un ánfora.
2
Aquí mi vacío hecho este vacío. El resto
de estas osamentas del humo fundido en todo. Todo. Un lazo educador, azul, y
permanente, esa costra por las grasas en jamos. Los rastros de los días con el
zumo interior en su última aspereza. Aquí las calles como alguna vez fueron. Y
ahora son este confuso intento. Y.O.
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