miércoles, 28 de febrero de 2018

Décima (Arpegios, y aquí enrosca)


John Willie


Arpegios, y aquí enrosca,
gorjeos la falsa tecla,
rompiéndose así la chancla
y el zumbido de la mosca.
Quizá se percate brusca,
pero sabor también ver,
flor brutal, amanecer
con la tos de vaca pinta,
atada con soez cinta
por los pies una mujer.

martes, 27 de febrero de 2018

Décima (Rumbea, cutis, un rojo)

Black, Red and Black (1968) Mark Rothko


Rumbea, cutis, un rojo
debajo del colchonero,
pues espía el colmenero
por si atajan al chipojo.
Allí Rothko, sin aflojo,
En físico declinar,
casi viento el empinar
y enroscada la madera,
trepa, artífice, la esfera
al quererle recortar.

sábado, 24 de febrero de 2018

El ángel muerto

 “Accidente Aéreo” (2005) de Miguel Ángel Ruiz Beato



A las 6 y 40 y 6, esperando en la parada del 167, todos tememos. Alguien apunta que es un ala. Otro decide que es la cola. A mi lado, una señora se persigna. Alude al talismán en su pecho. Otro, asegura que es el Dios Él. Pero, duda que el cirro se haya adelantado a las presiones de febrero porque tiene que haber habido, afirma, Un empujón allá arriba.  Y cuando quiero añadir que El cálculo de las barras de los seres celestiales ha bajado, y ese cuerpo de la enormidad se tuerce en su cistina, azufres de escalas manieristas, hacia el sur inexplicablemente, dos jóvenes comentan No hay duda que hubo una batalla. Se corre la voz. Una batalla, y este residuo de un cuerpo celestial en estado de putrefacción, es el zumo del deshielo polar. Nadie lo va a creer, aseguran. Aquello. Una serie de señales milenarias aparece en El hombro caído sobre la cúpula del edificio del correo, su insinuación una cola o una túnica tapando un pie, un poco más arriba de lo que fuera la imprenta de mapas mundi hasta 1986, hoy un geriátrico. Y desde que ha levantado el vientecillo y las 500 palomas del pueblo cuajan con ellas el estribor de un arca sobre los tendidos eléctricos, la señora más baja del grupo ha estirado su índice. Desconcertada solloza Se ha vuelto nube. Y en menos de lo puedo explicarle, un coágulo gris nos obliga a abrir los paraguas. 

Falsedades de febrero (Los Enamorados)



Como toda flecha de armada anticipación, la traición de los corazones aflora en las falsedades de febrero: el cundeamor enjuagado por alguna exigencia que pretende amar: la chica lamenta su furia, remite disfuncionalidad, los lazos de perversos rosados que le apresan. El chico, displicente trabazón, al fondo de la barriada conjura con los amigos el trueque, los naipes del fanfarrón. Y en los búcaros de las vidrieras el convite vuelve a iluminar a la rosa allí estancada, detrás. Su cuerpo teatral, su novela, su Corín Tellado en 150 páginas de hervores y fricativas lágrimas en rojo. Sigilosa la zancada, catecismo de cuatro frases, se arrima a los cuerpos entregados a esa bobería del eros en una caja.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Haikus Libres (Sacude el pato...)

Flores y pájaros de las cuatro temporadas (siglo XVI)  atribuido a Kano Eitoku



1
Sacude el pato la laguna. En él los huesos flotan. 

2
Rosada la lluvia debajo del cerezo.

3
El citrón. Amarillo mécele el episodio. 

4
Anticipa marzo las magnolias de febrero.

jueves, 15 de febrero de 2018

Las Nimias





Cuarto en Tomelloso (1972) Antonio López García    

Muengo, mordido. Penurias de pinta alcahuete, corinto, balbucea. Íntimo, cálale con todos los restados un Cavafy o un tragicómico Parra antes que los bárbaros violen en La Ágora a la madre y a la puta más gata. Y. ¡Cómo ha aprendido a dilatarse! Todo quédale lejos y menos ancho. Desde que le talaran la precisión histórica no sabe hacer otra cosa que po-po por las calles, hético, estriado, y a la caterva murmurarle que súper lunas enemas, que luces tiernas, que el internet fotuto es po-poesía de sobrados que han sobrevivido contra indicaciones y descaro por universal decreto. Esas quejas. Esos túmulos. Esa inútil biblioteca de la denuncia el bla bla contra la puerta, palanqueando al cerrar el carapacho. Y en soledad, obvio y roedor, se le adviene La Desdicha vestida de alivio. Y no es porque le desagrade la poesía china. Es que, al volverse a leer sus poemas, las náuseas precipitan Las Nimias, esófago arriba, de huevos con verdes oronjas.