miércoles, 29 de junio de 2016

Instalación

Miguel Barceló    


Se instala. Y. En el cruce, al pasar la torre de la iglesia, desperdigadas las expresiones, se reúnen las antañas angustias. Entre ellas, las arrugas de Márgara. En el zurcido traje de Gerardo. Quien jala en su cabeza una larguísima soga y una campana que, después de tantísimos años, no logra oír o y –simientes- las burlas del abrojo por las rendijas danzando debajo del aciago humano mientras los niños han esperado todo el día la siesta de los adultos, el adúltero cero en el percudido olor de las guindillas, sus primeras perlas masturbadoras, aquello, miedo y primerizo, alternativa antes que mirada, antes de las fiestas, antes de los casamientos y entierros, antes que la confirmación de la torre se incline y su balanza en la maza se encuentre en la fuente, seca desde el siglo antes pasado, y olvidada por 252 generaciones de golondrinas.

sábado, 25 de junio de 2016

Consideraciones y acercamientos sobre la muerte en Portugal

Diseño de Almada Negreiros (1924)
 1
Los muelles de Portugal. La ruina misma del óxido, varados redoblan los olores. Una y otra las casualidades, la noción de una gaviota sitiada en el asta de un tanquero. En los bolsillos, las manos hasta las arenas, la gente cuenta, turistas y portugueses, cada grano a las olas disiparse.

En el bar. Los estibadores se agarran de la tarde. Ha llovido todo el día. La piel terciopelo de las sardinas. Lágrimas verdes. Cuando uno de ellos se excede y llama a otro por su nombre. (Y). Todos, para la sorpresa de nadie, al unísono, vomitan para corregirlo.

 3
Por la rúa de manos van. Parejos. Al médico, quien dijo que tendría que extirparle un trozo del hígado. Él le agarra la mano. Y le pide que por favor no le ponga ají picante, a esperar en la clínica, a pujar sangre por doquier. Por eso, le dice ella, te llevo al puerto.

 4
Al lado de la exacción aparece la condición mortal, bloqueo mutuo, de un hombre derribado en su cama. Ahora fracción. Total encuentro con el día, incapaz sostener las tripas, se repite. Se acomoda en su axioma. Se da vuelta antes que el banquero le diga rotundamente No.

 5
Desde el inevitable progreso de la descomposición deambula con un candil. Busca. Se acerca. La oscuridad de un relato donde la imaginación lo va llenado de una contracción. Solo puede advenirse una explosión. Al explotar, una ballena también explota en una película de Miguel Gomes. Los trozos de ambos (todos) caen como maná. Lo fétido se transfiere. Y reina la alegría, el ácido, y el asombro entre los testigos.

 6
Canta el gallo a las 5 y 12 a.m. Delante de su hijo una mujer se corta una oreja. La sangre que de la avería mana tiñe manos, vestido, el rostro del niño. Quien sabiendo bien la función de su madre saborea, adepto, salinidades y minerales.

 7
Llegaron desde Coímbra. En la Rua de ( ) se sientan en un banco. Camisa blanca él y gorra de Manchester United su hijo. Joao, niño, por su parte, tiene un tumor en el corazón. Joao, padre, ha traído un telescopio para quien desee donar escuche los latidos del sentenciado.

 8
ERA como dos amores en uno. Los días de lluvia, estos, más intensos. Hasta dentro de las paredes se les abalanzaba la infancia, palpable. Salir ambos a un café y tomarse las manos. Escuchar el chirrido del tranvía ( ), las voces, y algún fado. Pensaban que podrían perderse. Que si aquella lluvia continuaba regresarían al seno de un lugar sin regreso.

 9
Hay un brillo en un adoquín de la plaza ( ). La intensa humedad reproduce aquel olor a petróleo. A pesar que recuerda que muy pocas cosas pueden poseer la imagen fija de una copa de madeira. Una campanilla y el sabor a nata. Siente, irresistible, el deseo al pisar otra vez la vereda. Si fuera su cama. De allí no se levantaría. Jura.

 10
El instante antes del degüello del cordero, la niña se percata que le falta el colmillo derecho a su padre, quien, cuchillo en mano, le ha sonreído. Observa, atenta, cómo le aguanta la cabeza al animal mientras se desangra. Y ubica la combinación de los estertores y la sangre burbujeante, y, con su lengua, ese hueco entre los dos dientes que a ella le faltan.



jueves, 23 de junio de 2016

La punta rota

Sol y Pajaro (1973) y Masanari Murai

La punta rota. Yo. Al cabo, miro hasta el punto recortado del verano sobre el moral. El difuso estado se decreta un tropo, voto, híbrido, antes de constatar la verticalidad que avasalla antes de entrar.

La causalidad. El intento (antes) de hablar con los amigos y el reparto, sin reanudarse, sobre las Colombinas de las moras verdes todavía, el rubor de esta precariedad.

Y, casi, al abordar, se abre el terreno de lo incontenible, su piel de Iván, y hay un instante, sobre los techos, que aparenta (ser) novedad antes de llover.

miércoles, 22 de junio de 2016

Doble vida


Man in a museum (or you're in the wrong movie), 1962 y David Hockney


Barajea. Bajo luz propia, copetín, ensaya- termológico- un bigote y tocada risa, 

asedio y comportamiento, ante junta y familia, regaliz de cosillas que se esconden 

para que de la amante nada filtre. La vida se funde por ahí. Quien dice doble vida no 

sabe que, tres o dos, puede ser harto aburrimiento si el infierno se comparte con

Dante y Pound. Dos culos y cuatro piernas, ese animal, roscas, se comporta (propio

comportamiento) entre el paleolítico y el hermoso cuento de un séptimo día. Le

acaricia la pelambre. Y si duda, le pone emergente adjetivo con el único propósito de

no perderle pista (en la noche) a quién pertenece toda esa pérdida. No vaya a ser que


en la mañana lo perciba un desayuno familiar.