jueves, 28 de abril de 2016

Escatologías a finales de abril

Cristo en la cruz y Francisco de Zurbaran

Sin ramos, domingo, y Asunción. El inacentuado azul a finales de abril, propulsa un velo de cera que la gente reduce. O. Huye, huevo güero, sobre los techos de las iglesias. Pero. Debajo, ámpulas, cortadas, el ángulo espiritual de las tiendas, los vestidos y las estampas, colores de correctos andares en las esquinas se levantan con la brisa de la mañana, y por encima, sombreros y semáforos. Objeciones y miradas buscan esa certidumbre de la fecha, se encuentran en los escalones y el taconeo, obedecen al refunfuñar de las madres inclinadas sobre sus hijas. Hacia el recogimiento, rumor y bancos, pies santos, los olores coronan inconsecuentes, las rodillas de Cristo dejarán su artrítica posesión. Y más tarde, de vuelta a la luz, el calendario traerá otro mayo, las ventas de orquídeas, y o a un sacerdote haciendo burbujas como un cangrejo. 

miércoles, 27 de abril de 2016

Desde aquí a Indianápolis

Cuervos sobre un campo de trigo y Vincent Van Gogh (27 de julio y 1890)

Desde aquí a Indianápolis el mapa, una pared azul frente a mí sellada. Desde su escala asume y desplaza, rigidez, un toque cromófilo, sin condición alguna.

Levanto el brazo y de un lado un hilillo de babas, vertientes y corrientes, perpetúa el rigor de una manada de mimetismos en los que la vida regresa retocada por la maravillosa lámpara del inconsciente.

Cuando vomito. La naranja. Gástrica y olorosa. Una melaza de mí sin progreso. Que me saca la vida. Que revienta en ese gusano blanco en la costa de cada cosa.

Al cruzarse los campos de trigo el amarillo deja de responder al otro amarillo. Y en medio, una línea se extiende sutil y divisoria como un viaje.

Desde aquí a Indianápolis la lengua no me responde. Sus ventosas amarran este momento al peso de todos los pixeles sobre el pellejo de los campos. 

sábado, 23 de abril de 2016

Biografía de un poeta de poca importancia

Retrato de Miguel de Cervantes Saavedra y Juan de Jáuregui y Aguilar (1583-1645)


Era tarde o y no. Pero significativo es que fue un poeta de poca importancia. Se entregó, pasada mitad su vida, al poema sin saber que la vejez es mala espesura para versos. Y sin templarse templaba. Ala, aire libre, el revés de los jardines, las bibliotecas públicas. Y cuando entraba en ellas, el insoportable olor a queso humano, nauseas y diarreas en él luchaban por expedir la primera línea. Después. Vinieron talleres y dos lecturas y o cuatros amigos etílicos los cansancios. Y más tarde, en el tumulto, leyó mal un par de libros ejemplares. Y si eran buenos o no los poetas, de nada le valió cuando quiso imitarlos. O. Cuando la palabra le fluía, porque algo muy algo, dentro de aquello, se le reflejaba en el espejo de lo suyo. Tan igual pero tan imposible. Y cuando al fin. Por obra de otros entregose en metátesis a la tentación de lo público, le invadió, sin euforias, la catacúmbica y umbilical ausencia sobre el torrente maceado, el verbo. Podía, por fin, al lado donde estuviera su tumba, callar, colgar aquellas cuerdas escritas. Sintió, aproximación a la total indiferencia, alivio.

lunes, 4 de abril de 2016

Etílicas 49 (Blue Point Oatmeal Stout, 5.2% abv)****

El Bajista, Suecia y 1957, Georg Oddner

Esta ballena, desde el autobús, barriga repleta del linaje de Jonás, el arca de la tierra. Los pantanos. El ascendiente humo fabrica la distancia, el devenir de los autos en silencio. Más allá. Las piedras enfrentan las armazones que desde aquí no se ven alcanzar su ruina. A mi lado, iluminada, una mujer frota una pantalla frente a su vientre. Un vidrio voyerista en la marea de los pantanos amengua, velocidad igual a inmovilidad, un rostro momentáneo. Parece no pasar nada. Esto en el burbujeo de un espesante estómago, cartabón angular, se hunde en la imantada luz. Pues, reina la quietud. Aquí. Carruaje sobre la pista celestial de la obediencia, se sumerge esta ininterrumpida digestión. 

viernes, 1 de abril de 2016

Etílica 48 (No recuerdo cuál nombre le asignaron)

Tulpen (1995) y Gerhard Richter

1
El golfo entre el lavabo y las bolsas, madrugada, debajo de los ojos, el metileno duplicándose piel, y el sabor a toronja podrida en el aire. ¿La verdad? Si pudiera alternar el día con el agua escurriéndose al fondo del qué, y la ventosa del aire trufando en mis cosas, delitos, y sus adhesiones en vitro o y una distancia que me borre aquí frente a mí, este cuerpo en su viaje de materias en regreso, y por un instante ser feliz, despojado.

b
El día será mejor que yo. Su temperatura al raso encuentro. La esperanza de un dado cuando rueda en pares y nones todavía. Porque las flores igual se prenderán sobre el paro de un momento. Brotarán en un instante. Fundas. Remisión. Vuelta a la luz.