lunes, 30 de mayo de 2011

Osa hincar los belfos


30 de mayo y el 2011

Osa hincar los belfos en los corales. Substrato y aceite en la rima del cachalote (putrefacto). Vastísima esperma, las olas consumen el movimiento. Doquier. Una suma de espirales torcidas por el lado del desliz. ¿Cuándo rompen las eras? Ese disolverse de osamentas en el tiempo. El rastro apenas una alteración, una pista subterránea. El olvido.

domingo, 29 de mayo de 2011

Marranas 24

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Como en una estable relación de números y gravedad,
Tu amor equivale a dos pesas y un grillete.

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El hombre pequeñito con la nariz colorada. El viernes
Le puso la tierna idea de servir de mago pingón.

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El cumpleaños, tan cercano al primero de mayo,
En un segundo se me llena de flores el día dos.

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Rojo es el fondo donde la eme de McDonald ha puesto
Dos tetas de piel amarilla y llenas de grasas.

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Suena.  A veces creo que es un antiguo chubasco. 
No se irá el megahercio de mi decadencia.


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Los idiotas se forman con una sonrisa perenne.
Por lo menos lo irreparable les defiende.


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¿Los ensamblajes de los desfiles militares?
Una quemazón debajo de una zamarra mal oliente.


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¿Los árboles se mueven sin pensar en el día
Cuando las cosas cambien?  


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Yo diría que sí. Si la fusta atrapada en el enrollado pasa
Por carne dura es importante masticar antes de tragar. 


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Uno juega al tonto hasta que los tontos se cagan en los pantalones.
Y  pasa con los modales como con las modas. Son intercambiables.

viernes, 27 de mayo de 2011

Taheña. Los rizos foscos

27 de mayo del 2011

Taheña. Los rizos foscos hasta la cintura. Una rosca de pendientes, arrozales. O. Y. Ventolera. Como la luz que se entrega sobre las rocallas y revienta. Un cuchillo ha entrado en la carne. La sabrosura de la piel (abierta). Y su contra punto. Como en el círculo cromático. Los ojos verdes. 

Me asomo. Me pongo en los dedos la forma de un guante para elaborar un puño, una sierra, un conjunto de toques donde quede como el pez aferrado. El jilguero en la jaula. Un modo de ponerle en el cabello un acierto más allá de lo mío.

Redondeo. Ato, uno por uno,  hasta su finito, la distancia de esos cabellos. Una línea o una meta. Una vara para juzgar estas ganas de abrazarme con la distancia. Para acercarme a la junta de su nuca. Allí. Donde es más fresco. O. Y. Más allá. Donde los pudores bajan por la vergüenza. Gota que resbala en la tinaja y expone al viejo lodo.

jueves, 26 de mayo de 2011

Cuatro puntos


26 de mayo y el 2011

3 Salgo de una ciénaga negrísima. Esta mañana. Las fuerzas de algún sueño me hicieron volar. Isabel o Nora. Una serie de frascos vacíos. Un dentista de pelo blanco. Se enfrascó el cuarto con sus artefactos. Quedé embuti(do) con un zumbi(do) en el oí(do) derecho.

2 Hace días retoco mi corazón. Al fin y al cabo lo tengo para algo. Esta cuestión de latir me tiene aburrido. Debería comentárselo al Doctor Snabel.

1 ¿Qué se me asoma al rostro que me quema antes de asomarme al espejo?

 4 Después del último buche de café: la laringe se me tapa. Si pudiera respirar lo que quiero: le exigiría aplaque esta ansiedad. 

miércoles, 25 de mayo de 2011

Marranas 23




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¿Dónde surge la pregunta? Y le pone
 El rabo del burro en la boca del burro.


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Una sucesión de pleonasmos seguida
Por cinco comentarios peyorativos.


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Menos mal que por bien no venga substituye
A no hay mal que por bien no venga.


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El interruptor de mi vida. Una cadenilla
De momentos le da un jalón a la emnecia.


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El pecho hinchado tiene una pendiente.
Allí fantasean las miradas suicidas.


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Un bombón no da el mismo placer que la envoltura.
Es el mismo caso cuando el calcetín es más intenso que la pierna.


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Hacer cola en un teatro donde el absurdo no es el rabo.
La entrada del absurdo al insulto cuesta 75 dólares.


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Aquella tortilla española nunca pudo dar
 La vuelta hasta llegar a su tumba.


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Una tapa en el bar está llena de moscas. Las moscas quedan
En un estado de hipnosis. Hasta que una mano golosa las despierta.

martes, 24 de mayo de 2011

Teudis (531-548)


Silentes chicotes de agua contra la proa del dromon.
Porque atrás Ceuta le deja sin gloria. Se levanta
Una humareda y ese viento estrecho frente a él.
 ¿Será que el destino lo empuja o la orilla lo imanta?

Aquel día pretende estar ebrio el soldado de guardia.
Le ha visto pasar en los ojos el color de una fragua.
¿Qué transmite el palacio con sus cortes gélidos?
Ya nada se esfuerza dentro de él. (Una punzada en la sien).
Tal vez le insiste el inverso de la hoja de laurel con el aroma del almuerzo.
La levedad.

El guardia le clava el puñal cerca del hígado. El dolor entumece.
Y ahí el gran instante. La ruta de la vida, la traición, y la muerte.
Se acerca al borde. Al mismísimo borde del que perdona por castigo
Y tiene tan solo tiempo para un gesto.

Esconde el rostro. El Flavio. El viejo general. 
Lo que le duele deja en la sien un diminuto rollo de espumas.
Y después nada. Ese viento entre las columnas
Y sin explicación el olvido. Así todos le ven cruzar las aguas y partir.
Le rodean amigos y traidores entre murmullos y risitas.

lunes, 23 de mayo de 2011

Viaje a Laakbaar (último día)


23 de mayo del 2011


Laakbaar- Nueva York

En el aeropuerto de Laakbaar. Una voz precede a un azul añil. Se despliega por las bocinas para llamar a los señores pasajeros (por favor de presentarse en la puerta de embarque número tal). Es la misma voz femenina que escuché ayer en La Apoteosis. Metálica y dulce. Las palabras repercuten lentas, seguras, tranquilas. No tengo dudas. Es la de ayer, pero también es la misma que envía a los pasajeros a las puertas de embarques de Frankfurt, Madrid, Paris, Venecia, Montevideo. Es una voz con alas, transparente, políglota. Azul.

¿Se regresa de Laakbaar? ¿Puedo decirme dónde he estado? Ahora, cuando miro hacia la pista de aterrizaje, despega un avión parecido a un caballito de San Vicente. Las piernas se me sumergen más allá de ese espacio. ¿Es posible que le estalle el silencio a alguien dentro de la boca? Vago por dentro de un café con leche. Su sabor lácteo y montañero me revuelve la duda. Me ataja un cero sabor. La aparición de un frío imposible en las manos. Quiero sentir algo que me oriente. Y nada.

PIMM PUMMM. Atención. Señores pasajeros del vuelo 5533 de Continental con destino a Nueva York, por favor de presentarse en la puerta de embarque numero 2. Azul.

No existe tal puerta de embarque. Hay una puerta que te lleva directamente a la pista y tienes que caminar un tramo hasta el avión. Espacio abierto. Alto. Un cortinaje luminoso corre en un  tejado seco sobre el verde en la distancia, y sin embargo, se siente fresco. Un instinto en la piel. Es lo único que puedo sentir. 

En el avión. Se eleva. Busco en vano en la lejanía la silueta de la ciudad. Otra vez. Nada. Restos de parchos verdes. Carreteras vacías. La tierra estática bajo la humedad y las nubes. El zumbido.

Poco después. La línea del mar. Ese preciso momento entre la tierra y el mar. Un gusano blanco se reproduce en ese encuentro. El zumbido.

La mosca se posa inquieta en una revista. Da un salto. Esta vez desaparece detrás de la cabeza del 18C. Regresa. El zumbido.