martes, 27 de enero de 2015

El deseoso (Simétrico)



Buschdorf (1985) Gerhard Richter

Simétrico. Quedo pliego sobre los estratos en la condenada puerta del cuarto, agoniza tras ella el otro lado, la garganta atorada en el moral, el grito una morronga animal, recta y sombría. Aquello. Intangible. Dídimo. Guindando para parecerse a flor(incontenencia, cotiledón). Y. O. Inyección. Simulacro que lleva la mano a la boca y ensaya la sorpresa de la fruta. Cuando pueda. Cuando este frío afloje y vean los verdes, una vez más, la cáscara reluciente, sosegada, e irremediable. Garbo, el corazón.

sábado, 24 de enero de 2015

El deseoso (Miseria)


Sebastiao Salgado

Alguna vez conmigo. Yo. Culpa mía estar conmigo. Saborear La Amarga y La Tentadora y sus pulsos. Las fisuras expuestas, grosores, el perfume pócima. Y total, sus labios recostados en mi hombro se sellan en el plagio de mi voz cuando les dice que por algo las amo, que por ende detienese el mundo cuando sus manos sobre mi lo cercan en una dirección y allá, cuán lejos esté la (des)ventaja, voy, desiderata, a penetrar, a corresponder, sin inclinar un milímetro el cuerpo, y sin (susurrarle a) La Miseria.

jueves, 22 de enero de 2015

El deseoso (El trineo)


Ripiaba, cosa engendrante, los músculos de los cargapesas y revolvía, en un sinfín, los Martini de aquella tarde. Casi fiel, el codo apoyado, pesada gesta la cabeza, su chiguagua que corre chillando a la esquina del patio, y el autobús que, cargado, transmuda la ciudad; gente vestida de novísimas materias, apretados, uno al calor del otro, y sin hincharse, sin pedir la menor disculpa entre insultos y meneos. Y lo que venía estuvo a punto de llegar. Casi roce de hojas de guayabo. Un momento de esos que alucina toda una vida. Su aroma surtiendo en la caoba copas y aceitunas. El tintineo. El trineo. El látigo en el aire  zurrando a esos perros en medio de tan cegadora blancura. 

miércoles, 21 de enero de 2015

El deseoso (Martini)





Aquí. En el mapa o sea en la caoba. En el bar del Hotel. El paño mojado deja en su espejo el océano de un tirón; y el barman, al estirar el brazo, Protisto y Verbo, exhumados en un instante, al brillo vuelven. Aquí. Mi rostro entre tanto. Éter. Pues qué desea el Señor sino un Martini revuelto, bien seco, y solitaria aceituna.

martes, 20 de enero de 2015

El deseoso (Pasador)




Tote (CR: 667-3), Gerhard Richter, 1988

Le quise dar un pasador. Pero no se lo di. Pasó el lunes. Pasó la luna nueva. Y cuando llegó llena tampoco se lo di. Pasaron las moscas por encima del pan. Y no pasó nada.

sábado, 3 de enero de 2015

El deseoso (Mi prima Vera)



Me guardo en estas cifras la frase que ésta, mi prima Vera, algo positivo tendrá que tener. Desde su mal genio a la noche más larga del sieso (7:18 a.m- 4:31 p.m) hasta la copa de sidra derramada en el pantalón, todo apunta a que arrendarán algunos pudores por colores, un birdón con la caída de una memoria hasta su fondo y de allí no saldrá a pesar de su peso y liviana erre, Oh Vera. Y le veré las tetas. Eso sí. Las menguantes estalactitas de pecas minadas de  estiradísimos tulipanes (amarillos y rojos) doblados. Y la brisa como eccema. Porque el pelo si está revuelto en el escote no habrá otro deseo. Porque si mi prima vuelve a encontrarme aquí ya verá Vera que soy capaz de romper los gerontológicos brotes de la sangre en mismísimos deseos. Y cuando ahora la pienso, adónde se habrá ido. Cuál fue exacto el día que dejó de estar, y sin echarle de menos, empecé, años después, a pensar en ella otra vez una Nochebuena. Y cuál de ellas. Habrá sido en la que caía lluvia y las calles, esponjoso tránsito, se diluían en los tragantes, mientras cardaba la ventolera los cables eléctricos. Pues el mundo temblaba. Y sentía convertida ausencia los aromas del lechón asado, el arroz del negrito Con, y aquellas abundancias de frutos en la mesa cuando imaginaba que si hubiera podido tomarle la cintura y besarla delante de todos otro gallo cantaría. 

viernes, 2 de enero de 2015

El deseoso (Socotroco)


George Grosz, Porträt des Schriftstellers Max Herrmann-Neiße, 1925 

De socotroco lo agarrarán varias veces y sin que lo sepa. Le quitarán hasta los poros de los huesos por suscribirse a la herrumbre de sosos y héroes que alguna vez leyó, pues tiene códigos cicatrizados en lugares inaccesibles. Nieto de torturadores, hijo de abofeteadora y banquero, sabe acomodar lección de orgullo a los orgullosos, sopa de gallina a los gallos. Tiene esa magnitud que nombra sin que lo llamen. Presente en ángulos diversos se abstiene, su mano- dolor- sale para acertar cuando la condición es mortalmente necesaria. Será por eso que tanta gente lo odia y desea. Lo evitan en las reuniones. No pasan del buen día o un apretón de mano en retirada. Y en cualquier día de lluvia, después de algún furtivo encuentro, cara brillante en la vidriera, el café bebe con firmeza. Se le ve aguantar, pierna cruzada, la tacita con la izquierda y devolverla a la mesa en total silencio.