lunes, 25 de febrero de 2013

Semanas luz


Ferry Binghamton (Edgewater, Nueva Jersey)



Semanas luz. Me baño con jabón suave. Me encargo de mi cabellera corta, y de un estado lúdico para ésteres, y astenias que me acompañan. Además, la mañana, la ventisca.  

Una plaga idónea: mis hermanos, al margen de un gran semen en la vejez de mis padres. Hace rato que la vida es bella. Además de acordarnos de cómo hacían el amor entre 1969-86, el mareo.

Al mediodía, cuando paso por las orillas del Hudson, está la vieja caparazón del ferry Binghamton (todavía) en desafío al fondo y las corrientes, emerge la teja, flotante fosa, removible del caudal. Vaya caterva que no indaga qué fluye en el búcaro.

Teniente y volantes: corvas: dueños alados por las necedades de sus perros: el sainete: tantos cuerpos imbricando memoria fractal (no se aplique aquí tonelaje). Y pregunto si es inevitable que las carnes, mucho antes de exponer, deshilachen y regresen a las enormes manos de un carnicero. Y. O. Haya un parpado en el agua. O.

Ya por la tarde el vino. Vall Llach. Magnum 203/203, el puente de George Washington a lo lejos, al alfar niebla, entrega un conjuro de gris blanco y poco. Un tumbe. Intento levantarme, coño, en los versos que atrás dejó sin darme prisa la trama y a cuya delicadeza acuden los enólogos antes de enterrar el corazón vago.

viernes, 15 de febrero de 2013

Marranas 48




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Las suavidades del necrocomio, y los jardines de los suburbios, acompañan a la ausencia de la voz y al chirrido de los frenos cuando a punto están de atropellar a madre e hijo.
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Y duermen los cerezos sin fijarse en esas cosas. Desde las banquetas de los bares las garzas del invierno se ven pasar con sus bufandas.
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Se arrima el estupor. No hay reparos en las sombras que partieron de los cedros.
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Por el lado amniótico de un balut: seguir succionando el féretro.
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Un ataque a las flores del jarrón de febrero. Cuando no tengas nada que decir, dilo. Cuando sea necesario comer, calla. Si mueves la montaña, caga.

domingo, 10 de febrero de 2013

Santiago de Cuba (1, 2, 3)


Santiago de Cuba, Rae Smith PSC



1
Lo otro. Crema nimia. La luz, cuando la espera se estrella, recuerda los domingos, el camino por Aguilera, raspaduras y limoncillo, guácimas en flor, y el cielo de mis padres enamorados, tan amplio, y dónde todos se reunían sin hablar mientras las horas penetraban por debajo de su leucemia.

2
Ya al mediodía, se acostarían mancebos los ardores del barrio, danzones y pliegos las cinturas, oirían los resoplos de rocines, patas llenas de ansias por Enramada; y al despertar, un círculo luminoso de sagrado corazón desprendido de las pinturas, interrumpiría el caldo somnífero, la piel, el chisporroteo de los bastidores.

3
Dos digestiones en esta matriz- o-¿ de esta materia?-¿mitad tirso o mitad tarso? Bíblicas, y las amapolas desde el patio en la recién armada escala de Job, las gusarapas del bidón, agitados arrebatos, y llenas de tanto agrio dictante dos vesículas. ¿Será, duplicado en la letrina, el moscón verde quien regresa?

jueves, 7 de febrero de 2013

Isabel


Bañista de medio cuerpo, J. Auguste Dominique Ingres, (1807)


Desciende por la silla, de patas a blancura, y se desliza al agujero de la tina, su silencio. El agua cae. Dejo por el ánfora descender quien soy, aguas. Aviso tibieza y acaricio, ya mojados, los cabellos. Espanto y doy tiempo a lo que tenga que huir por los lunares de la espalda, debajo de las axilas, entre las nalgas. El jabón alivia ignoradas resistencias, la esponja, dueña de otros fondos, triste escoba en la nieve se busca. ¿Heridas recientes? Resbala la piel. Trago en seco mis ganas de beber y orinar. Hago de varios círculos en la espalda otros menores- insisto igual y cuidadoso- en los pechos y muslos. Volutas y collares en las costillas, finísimas explosiones las burbujas disimulan, se agregan lagrimosas hasta el pubis estancarse. En glaciales derrumbes, uno a uno, me desplazo toalla en mano, tobillos y rodillas, cuello y hombros. No hay quien detenga este momento. Ante el espejo, hacia atrás la cabellera, cansado se abre paso, desde lejos, el rostro de su padre.     

martes, 5 de febrero de 2013

La vejez es una mierda



Balleneros vascos, Ambriose Pare (Francia, 1573)


Qué gozo ni qué despingue, ni cuales dignas dobladuras, la vejez es una mierda. Mancuerna la templanza, y qué. Sin pensarlo me iría pronto de vulvas, en recta hasta ahogarme en los bares de Orio- corrientes y profundadas- o en New Bedford, por no decir profusos labios y cabelleras e ingles, y glándulas, lábiles en mi jarra. No me digan que la ternura, esto y aquello. Ved la piel en su fondo de saín cuajado, la mano de caravaggios y richters y aprendices que pasaran por el taller de la historia de esa pintura irreparable, rigor sin más talud que la huesera que dobla el cogote ante el tablero: rey y reina fornicando en el infinito, alfil al reto, pose tan marica, velando al ano y su rosa de los vientos. Ojo. Pase a bordo el abismo en la mirada vacua de una ballena franca glacial, y la pregunta- Y tú, ¿qué haces aquí?

viernes, 1 de febrero de 2013

Material. “…cuando el ábrego sopla?” Fray Luis de León





Levantarse y de repente hay sol. El material hacia donde ir, exceso: peraltas, montes, pantallas y azimut, el cuerpo de Isabel cortado.
Lo demás: este caldo de gallina y sus bondades de fechadas hormonas en remisión, luz que trajera a mis dos hijas por
deslindes y ataja hoy los bordes de mi Shanshui,
allí faz comunal, vocablos que ha borrado la prosopagnosia;

y algo más- quién podría acertar- en materia antioxidante y peripecias qué resbala natural: acequia,
sobre la tundra de los edificios, por el grafo de los libros,
sustancia sin querencia, entre matorros y carcasas,
“cuando el ábrego sopla?”,
esa lupa; descarburo
la (insalvable) distancia que salvara a la locura.

El estado material dónde ir sin saber dónde coño llegar, ligereza.