miércoles, 29 de mayo de 2013

Composición

Vista de Toledo, El Greco

Pone poco. Un rastreo. La punta del dedo en las electricidades. La copa cutánea del sabor y sus enredos de quesos Idiazábal. Y ulterior, igual que la boca abierta de la carranzana, una cuestión disímil- el gesto en blanco- cuándo la historia le incluyó en el paisaje o si desde que entró por Toledo y su melena algún torcido músculo le traiciona. Si absolutamente pudiera acertar; apunta en una libreta lo parecido a una película de aguas, varios pixeles inflamados de violeta que sostengan el biércol merino en un  búcaro que luego pintará y, a un lado, la edición del talud y una mano correspondiente sobre los nudillos, autoridad y delicadeza, algo reservado el tendido muscular hasta los codos, como si pescara o elevara a los labios la sopa airén para la estocada. Y desde luego, el tiempo. Hay en el cuerpo aquello que delata desespero en lo nimio y la embriaguez. Aunque tiembla, preferiría morir de tétano antes de añadirse al cuadro.

domingo, 26 de mayo de 2013

Sebald, nada

W G Sebald


Sebald, nada. Fui al colesterol (395) calibrado y de cabeza. Descubrió el laboratorio el fardo (ese) del atracón que me di franco de lechazo con lectura. Apenas uno entra en la lectura de verdad, la engañosa, lo quieren con sobriedad transfluir, colocarle el calendario vacío de dígitos después del punto. Y yo lo que quiero es leer. Escribir unos poemitas. Tan pronto pongo cuchillo y tenedor en la ficha del pequeño Larousse, la palabra que me evitó toda una vida, y cuando por fin la tengo con oliva, mancha y servilleta, entonces llaman a discursos de sospechosas castidades y a la longeva como un Onán reteniendo un poco el vino, menos sodio cuando viaje, y cuidado con las mochilas en la próstata o es que no se da cuenta Ud. que tiene los días contados, no arrugue Ud. el reporte en el bolsillo no vaya a ser que lo necesite para el culo de un poema. Y haga el digno favor de abrirlo bien- amenazan- porque cuando desesperado cierro los capilares del sieso me advierten fanfarrón- y por si fuera cómplice mi condición de anacoluto.

martes, 21 de mayo de 2013

Ataca la luz sin gota de sombra


Geoffrey Chaucer (Harvard Chaucer Portrait)


Ataca la luz sin gota de sombra aunque llueve por toda la tarde; alargo la pierna zurda (quebrada) en el sillón de esparto. No deja de chivar ese pajarraco innombrable, el último que canta, pues se atreve a retar al chorro que del techo vecino cae e insta al patio a drenar, a drenar cielo y tierra, y los contornos de la modorra en el moral. Y uno busca ajustarse al fin de semana y entrarle, sea de pájaros o aguas, al peor poema; después de un tinto abajo, se vuelve a encoger maldito y empuja, a contra peso, los pijamas en flor de mi mujer.

Y como es el caso en estas tardes insolubles y agitadas, desnudo y con coriza, me exhibo al pie de la ventana y a un lado de los clásicos Harvard. De Chaucer a Gray, tocados por el socarrar, prensados en oropel y tela borgoña, difuso estaca un verso olvidado en el volumen tal, una página digna y fatua cuando prefiere parlamentos de polluelos- yo- por cierto, inclinado a las sales, lo bajo hasta la vista baby y prendo la bombilla ya 60 vatios consumo en este círculo de tientas y bojeo, página tras página, remilgos y polvos, sin mucho azar, titilante y barrigón.

jueves, 16 de mayo de 2013

Tartamudeo

Abstraktes Bild (1990) Gerhard Richter


Iba a empezar con flores de motor amargo, preso por el obstáculo y la prognosis, revuelo con ñame para bajar fácil y almidonado- era eso- pujo y golpe contra la mesa para que escuche el interlocutor y no tenga ajuste a google ni punta de la lengua o- sabrá quién- en el ciaroscuro de una cortina muy lejana aquel nombre de cuyo toto no quiero acordarme te caerá justo-me repito- antes de que por la boca salga de gregal a garbí este ramo de rosa magma y mamada mucosa al paso de los vientos y en recodo se te alcen los pelos de punta a punta y la gallina en ti hervida, y bulla la malicia si prefieres callar.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Es tiempo de lluvia

Naufragio (1794), Francisco Goya

Es grave. Confundo gris por este aguacero en otras aguas de réplicas y timbres en la voz de Patsy Cline. ¿Debe seguir el ámbar esta voz y encontrarme con las gotas estiradas en fugaz Nilo en la ventanilla? ¿Querrá decir ella que algún día esto- anómalo- cutre miguelino- se erice y zarpe de infeliz a feliz en ese tuco de la caricia? Y me sale una quilla. Así. La silueta de un rey visigodo. El dromón, a contra viento, entre olas negras y espantosas. Una frialdad se encrespa y el náufrago entregado- vómito y aliento- se hunde. Y con ello, y el chapoteo, repleta de sal la nariz, tambaleante aquí en el autobús, no me queda más que aspirar el aceite de la empanada que ha sacado una señora.

lunes, 6 de mayo de 2013

Caprichos (El entierro)


Francisco Goya


Primor y aún. Cerca. Un roquefort de moscos y liviandades por los rabos de dos bueyes en la más casta de todas las guardarrayas. A un lado todos naos hacen. Lejos. Los jóvenes con sus botellas de agua fresca, parte sol, en contra (brusca), y contra todos y una bendición a mitad; se van acercando los galgos detrás del tractor de Méndez, el patrón.

Ojos de pequeños tentáculos, ni ladridos, los perros son cosa tranquila, medias docilidades esturgan, la Marilú levanta su codo desde el diván y se pronuncia lila y del valle y se voltea hacia el sueño. Y cuando todos vienen a salir a los pórticos ya han pasado. La vida aúpa tan rápido, reclama, su señoría, oprimido.

Después conducen por el trillo hasta la carretera. El entierro concluye sin acto alguno y huele a menta entre esas frutas enfrente. El día de San Juan, total para lo que pasará, si la alúmina aflorara se la robarían León Felipe y su rocalla sobre las ruinas de este aparato (de Dios). El sol cae sobre una botella de agua, y la tapa azul y el libreto en la etiqueta entretienen un esturado.

Junto al pozo los jóvenes alternan pichorras y sombras, van y vienen del poema a las ganas. Es un viernes y el bar está tan lleno que desde ahí las cosas se entenderán. Bajarán los guardias, los mayores, se levantará un cobertizo, y las hermanas García se estrujarán con los granjeros rumanos. Y saldrán, rabias que todavía no saben nombrar, acusados de tanta presencia, por otro lado. Porque lo que importa simplemente es otro lado.