jueves, 31 de enero de 2013

Llueve



Ganesha



A la vuelta disimulo Riscal, Marqués, con pesto y pasta roja o enrojecida por un tal turinense según febrero está por arribar con este chubasco de abril en enero y miro, sin embargo, por poco peso, en tinto mis calzones, algo colgados o recogidos bultos mis dos guebos, y nada más pensarlo en pose de Ganesha salen estos amagues paquidermos, el zurriago hasta la ventana con su gotera, allá, al ruido de autos que pasan con sus zumbidos de amor, mientras el agua es rodicio en vivo (lento) en cada sorbo que le doy a la copa, y estas tripas se hinchan con el cierto placer de convertir la cánula leche en la espita, ahí, ya con mate camionero cebando. 

lunes, 28 de enero de 2013

Borrasca





A punto de doblar el espinazo,
también la ciudad (cretina),
incluso las casas, la hilandería de la lluvia
arruina al sacabuchista, oleaje pulmonar, antes que pueda secarse los ojos, cerrar los ojos, en vez de callar. Basso continuo,
engulle el resto en su transporte la borrasca,
enormes e hinchados bizantinos, transparencias del dromón.
Una fogata de incendiaria idolatría por los tragantes escurre el viento.
Como caz de una vejiga ha dejado de gotear.

lunes, 21 de enero de 2013

En la talabartería


Cartera de Prada


En la talabartería le decía Siempre me ha gustado templar afuera. Y ver las bestias correr por el descaro bestial de sus espacios. Ir debajo de un árbol a oler una semilla extraña que jamás te comerás o excretar desde las alturas sin blanco alguno. Allí la piel transparenta y liquida, los muslos delicados de las yeguas y el tremor después de las orinas se intercambian, la mierda verde por doquier con su linaje de espesor curativo amontona su ciencia, y el trote de impalas asexuados y nerviosos o el arranque de una chita contraída por el hambre, su olor a muerte, agazapando en el deseo de sus insistentes moléculas, espera. Algo así le decía acariciándole el culo, bajándole por su dorso la cima y el fondo, un costillar a fuego lento bajo la tarde de la sabana, le decía, que la carne se mueve incondicional, que su pulpa reside fractal en el encanto mientras se expanden las estrellas, que seré un extraño en sus olores flotando sobre la quietud del formol. Tan utilitario el exterior, le decía, se transforma en mis caricias, en el irresistible olor erotizante de una talabartería o en la seductora y glauca aparición de una cartera de Prada.

domingo, 20 de enero de 2013

Epidermis






Sola. Angosta apena. Un trivial olfato al aire, apuradas reconciliaciones, enero y la lluvia afuera, arrastran la epidermis. El suflé de congojas esta tarde cuando tocaran el rostro y enrojeciera lo volátil sin remedio. La desgastada esquina en la arruga de un gigantesco helecho tiembla tras las gotas desprendidas. ¿Y cómo no? Con un ojo casi al borde de la risa, con las garras del folículo rasurado, un prurito anormal de una noche desencajada se adviene para poner en su lugar las ánforas y llenarlas de algo.

sábado, 19 de enero de 2013

Un cuadro de LUZ




Vincent Van Gogh, Recolectando aceitunas


Si las besara y dejara una mancha blanca. El insípido desquite, truco esquivo, de un cuadro de LUZ. {Las tetas} de esos olivares, en tanto, excluidas en un desvío del camino, y la mujer de Pedro, 36 años almazara.

O si pusiérame  a  jugar con el tema de esta amputación (arcángeles, american express, puticlubs). Y las indulgencias, tala, punto, pues ajusto el belfo en una estampida de fricaciones y expongo mi trasero felpudo a los neones de esta verdad sobre flas cosas donde los verbos extirpan, y que sin dudas, grillos todos en cueros o en excelsis deo pronto editan cuan bella fue y silenciosa en el baile la mujer mía,

en vez de haber salido de allí, el yo sin preceptos, sin excusas para conversar con el número excitante que le esperaba. Yo que he hecho tan poco, qué puedo decir. En el retozo abundan, ésteres y estirénicos, animales que copulan en esos cuentos de la niñez, y, aunque alguna vez pidan traducción, estas cosas suceden y aun se viaja sobre una tabla semental. Y sin vapor. 

martes, 15 de enero de 2013

Desnudo



Gerhard Richter, Abstract Painting (809-3) 1994


Desnudo. Las piernas absortas y entreabiertas. El plástico desarbolado, y conflaciones, y formas de un cristal de bañadera el tic tac y la orina. Radical, y a duras penas, lente doloroso el líquido se atreve, todavía, a insistir que no hay perdones y que mis palabras no son, al amarillo de la vida, inclusivas del amor. Nada de eso. Cuelga mi pene, una caminata donde las hojas arrostran, por debajo de un empujado la sexualidad del invierno, la cuchara del éter, penosa biografía, y un anaquel de varios y cuidadosos títulos atrapados por el talud de mi historia. Dios mío, qué cojones quería yo hacer cuando le hice dos hijas.