martes, 29 de diciembre de 2015

Etílicas 22 (Brooklyn Blast, 8.4% abv)****

15. Sept. 2009, Gerhard Richter

Llega el hueco. Y mi vida es triste. Y para lo triste no es necesario estar. Asumo el continuo clonar de líneas en la lluvia que, por cierto, desciende fría, gruesa, estimulante. Ante el redondel de la renuncia se planta, en G menor, esta sístole, los autos estacionados por los ruidos, y sin querer, en el goteo, compadecen amorfos cuadros, defectuosas memorias, partes de varios cuerpos, el rostro de algunos instantes que fui.


Y en la próxima esquina, Cuando el hueco no es un tramo en picada, pretendo sacar de las palabras un cello, mi agresión contra los hechos, dilatar la lluvia antes de abrir la puerta de La Casa. Me acerco y, cuidadoso, tambaleando bajo el peso de quien soy, me separo. Extrudo por el llavín, justo antes de entrar, el verbo huir en el pluscuamperfecto del subjuntivo.

Etilicas 21 (Avery Out of Bound Stout, 6.3 % abv)****

Bach y la familia

Troca la ripia el cordel de los sonidos. Desde el órgano, tenue el filtro donde estuvieron las acacias, se remite a la fuente donde el agua salpica y desborda una mancha.

Se levanta la mañana y hace un nudo. En varias ramas del moral el trillo de las luces se entromete con el viento que se ha levantado hace media hora, y no permite al gorrión verme espiándole desde la ventana.

La gata Rafaela atraviesa el patio. El collar de su parda esencia tampoco le permite el lujo de ser amiga de nadie. Cuida de su esplendor y sus crías. Se pierde en la sombra de un paraguas o y en la sonrisa de lo inesperado.

En el ángulo del techo queda aguantándose el abismo. Creo, suspenso, allí, en una hoja, resiste. Noviembre no fue suficiente. Ahora diciembre, quiebra, al calor de lo efuso, se tuerce, reticente, la hoja Arriagada al vértigo.


Bach. Cantata 79. La confundo con una sierra nevada. Un eco confina hacia adentro, sobre los muebles pesados, temblorosos. Las cortinas, por donde quisiera que la luz diera forma a estos tarecos, descienden

por filtrados polvos. Esta repetición indomable, caquexia, contrapunto, puja- ágil- el viento del oboe, troncha una voz por encima del moral. Y no identifico mi dolor.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Etílicas 20 (Sierra Nevada Celebration, 6.8% abv)****


Sisifo (1548-49) Tiziano

Vuelvo, retozo, a la amniótica escultura de mi madre bordando un mantel a su madre en una balsa que cruza el Toa, y, quien con estoica confidencia, enrasa y añade, menos estar. Vaya diligencia. Y lo otro, se perpetúa, eso, digo, la falta de concierto por ciertas anatomías de mis lecturas, repintando al hombre hecho y aplomado que quiso mi padre. UNO a lo sumo pertenece a un instante, aditivo y cuatro colorines, pletórico de sulfatos,

protista que los dioses arrojaran a la alberca. Y luego esto. El ser un hueco -tientas y cegueras- y algunas exasperaciones reproductivas -como arreglos por Bach sobre Vivaldi- y o el escalar, bálsamos de avena, varios “poemas retornos” al eterno relajo sisífeo.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Etílicas 19 (Delirium Noel, 10% abv) ***



Delirium Noel,

¿Cuál de los delirios en la flor se transforma querencia?

¿Cuál multiforme estado de pericia hace que tu flor desborde el estanque?

¿Y Tú?

¿Cómo te presentaste ante mi Yo temblón?

¿Esta es nuestra noche: dos amputaciones y una estela?

¿Estas copas ¿dices? son depredadoras de blancos necesitados?


¿Me advengo para irme sin decir quién eres?

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Interludio (Mañana de bruma)

Wolken (1970) Gerhard Richter

Frente a las ventanas, la línea de los cedros no es otra cosa que la maraña de pérdidas, aguas en un resistente enrollo de caídas y espacios.

La niebla y la mañana. La tecla espesa de lo gris rebosado. Detrás. Se desplazan los autos de este a oeste. Tras ellos un hilo quirúrgico zurce el agujero, se registra si el valor de este confín tiene algún adjetivo a la derecha de los verbos.

Allá, quizás por debajo. O. Y.  A un lado de sus propias palabras se funde la gente en el asfalto sin que se escuche a nadie denunciar lo que se encima.

Lo que aparenta ser materias sobre la trayectoria, cabezas, como seres, se deforma en nubes, en frutas desabridas, en una extensísima industria la pauta del vidrio, y este momento.  Y si giraran, si llegara la iluminación, mejores palabras en un orden posible para corregir todo esto que se distancia?

Inercias y fricciones. Retazos. Se levanta la ceguera. Se arma el orden en un estado de muerte inasimilada. 

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Etílicas 18 (Southern Tier 2-Xmas, 8% abv)**

McSorley's, John Sloan
A solas, alistándome ante un plato de alfarería portuguesa y un vaso, brilla el girar del ventilador del techo. Monocromático. Arriba, con las aspas, las arrugas se truecan y una barda- fusta- de nimbos me recorre los ojos, el cielo raso. ¿Y a dónde iré. Me pongo la mano en el corazón. Si pudiera mentar qué mastico y trago, a quién ejecutaría entre esmaltes y mordiscos. Respondería Dónde he estado. Amostazado. El reventón de sobradas excusas, acumulaciones a un lado de mi vida enclenque. En la raíz de los cabellos. Una sobre otra, debajo de ese polvillo que solo encuaderna cuando vive (viene) la coriza o y la caspa. Pero, y quién, cuando allí busco, se revuelve en la metonimia y deja ese vaho fecal- mala posta, tan mal entendida la pobre, y rolliza de rostro?  Vuelvo a beber este desafío. Apago el teléfono. Me borro de todas mis listas. 

martes, 15 de diciembre de 2015

Etílicas 17 (Anderson Valley Winter Soltice, 6.8% abv)***





McSorley's Saturday Night (1928) John Sloan
Toda la mañana los aviones pasan por la placenta de un Gran Líquido. Los capilares del sol están rígidos y el viento ha cambiado sus enfrentamientos. Las calles trucan abandonadas y absolutas. Eso es desde aquí. Desde la banqueta que gira por las células del oxígeno, y requiere hígado para cantarle al curry, y las ojeras, en creciente, se iluminan con las luces de Navidad. Y si me vuelvo a apuntar entre “las cosas” que aquí reinan, por el borde del vaso, en acto sincretizado, el mundo requiere presencia y domesticación, las partes desconocidas de esta sangre de la invisibilidad donde se deposita, parcial, la fe del día.  Y (no dejo de pensar en ello sin poder orientarme) hay algo aún más atroz ante el andar de la gente que se arrima olorosa, entre novísimos alivios, desinfectada.