Pynchon hablaba con el sur expuesto. De un
fuego que alguna vez tuvo pared y luego trabó su gárgara y se metió contra
otra- opuesta- pared. Y decía que “soy un absurdo lado de esta punzada. A esa
gallina me la chingo por las alas” sin apoderarse de aquellas cosas que
importan. Algunos males, logrados por la incapacidad, se dan al desalojar el
instante por una mayoritaria alcancía de acusaciones. Después, quedan en la
ciudad las avenidas vacías. Y, cuando menos uno se lo espera, Pynchon pasa en un automóvil
lentamente conducido por un grupo de viejas decapitadas.
sábado, 31 de octubre de 2015
jueves, 29 de octubre de 2015
Etílicas 4 (Smuttynose Cluster's Last Stand, 8% abv)***
Andy’s Corner Bar. Cuando comienza a llover
sobre el asfalto Todo me luce bien- sin incluir la palabra Vida- mis temblores,
la acidez, el recuerdo del anafre de KA, el fucking dolor en el pie. Frente al
bar, de repente, no logro pensar en ningún sitio. Como si hubiese o NO
distancia entre los cuerpos y rindiese amarillos octubre en el NO del hálito.
Pienso poco. Abismo y forma en una palabra- hace dos hora no logro abracarla-
Donde el recuerdo frunce un límite a pesar que jaloneo desde esta banqueta
firme. A las 5 y 45 pasado meridiano, a mi lado se sienta una mujer gorda, su
nombre es inmensamente gorda en medio de la lucha. Me balbuceo Last Stand, Cluster's Last Stand, mejor,
Smuttynose Cluster's Last Stand. O sea. El trago es menos largo ejecutado. El
velo de flor protege, desde muy adentro, esta miseria que viene frunciéndosedesdel
verbo cuando recuerdo y forma eran abismo. UNO, pienso, piensa poco ahí, recuerdo
y babismo son abismo. Poco. Cuando hay y al ponderar NO el hálito, el amurcar
de octubre se rinde, como ahora, con toda su distancia en los cuerpos. Como si
no hubiera o hubiese de repente, frente al bar, este momento y uno fuera Ningún
sitio. Y, añadido, Todo pareciera perfecto al tocar la lluvia el asfalto.
miércoles, 28 de octubre de 2015
Etílicas 3 (Lagunitas Hop Stupid, 8% abv)****
Santa Tecla |
Este, el pozo. Aquello, el espejismo sondeando
la esquina del bar. Hay un hombre sentado siempre en el mismo sitio. De
frente a la ventana. Y o sus codos en v menor. La cara sellada por una aparente
curiosidad, acornando, sin mirar, al borde de una laguna encima de la mesa. Sus labios ni tiemblan ni dan la mínima señal
de displicencia. Los brazos, si allí flotan, no se preocupan por lo humano, por
su nariz, por su piel enrojecida o y el anillo en el pulgar asiendo la pinta en
un instante terrible donde le busca una distancia “de Armenia a Tarragona al
rastro del aroma. Algo así como estar en lo alto del Castell, espuma e
imposible. Como- pauta- Santa Tecla. O. Y. Ball de Cossis donde toca el fondo
en estas dos horas de algo que permeará aquí, hasta la lengua, por dentro, en sentido
chirriante, y opuesto a la frialdad del aguacate”.
lunes, 26 de octubre de 2015
Etílicas 2 (Slyfox Pilsner, 4.8 % abv) ***
De ahora en adelante no tendré el quinquenio descuido. Ni alma descompasada-
par que me halle al lado de estas sillas, sin entender por qué hasta aquí he
llegado. A mitad del día pensé que tendría un ejercicio para poder atribuir mi descontento con la incapacidad de este momento
y o yo. Sin embargo, al trote uno sucumbe. A las alondras el tostado del paisaje.
A la campana la horma de la tierra. Al entrar el primer sorbo discuto si había
algo de esplendor y o brillo o si unas simultaneas asperezas me acogían por lo
que no hay que entender. Entonces lo anoto para que su circunstancia no me
aneje: “Es rubia. De frente el antojo baja, hoja por hoja, con fría espina.
Dorsal. La mano espuma. Este estancado (estado) de suavidad se disuelve, rueda
quebradiza. ¿Esto tiene sabor/ O. Es un retrete recreativo el deterioro?”
sábado, 24 de octubre de 2015
Etílicas 1 (Slyfox Helle Lager, 4.9 % abv) ***
Cuando entro al bar, la luz se desprende desde el mismo ángulo cuando tenía diez años, y el polvillo quedaba
suspendido sobre el mosquitero. Le pido a Bárbara un Slyfox. En el otro lado, un
hombre, o sea, a mi derecha, su perfil prefiere estar animado hacia las
noticias en la tele. Y, rumbo al norte de lo que menos me importa, hay un
espejo donde pido la primera de 100 cervezas en esta jornada. La A
tallada en el espejo me queda justo en medio del rostro. Y me parece cursi.
Casi, por decirlo, hubiera preferido que no me hubiera visto. Guardo con celo la imagen de Juan agonizando. Su rostro
en la desintegración. Sus páncreas oteadas por un ogro. Después me muevo. Voy
al retrete. Y antes de levantarme, la etílica esclarece: “Latitud es el
diamante de un amarillo que sin dulce se va. Igual que Juan. Al abismo. A base
de trucos las hojas se iluminan, el círculo del vaso es para cerrar y abrir.
¿Cuál puerta? Cual sea La Garganta.”
martes, 20 de octubre de 2015
El deseoso (Rabo de burro)
Erase que era
aquella noche debajo de La Gran Piñata.
Intenté ponerle verbo al rabo del burro. A ciegas y a gritos, entre
empujones tanteaba, hábito de la nausea, ciegas vueltas, y erré para la risa de
todos. Aquella otra noche, cuando supuse reponerme y poner, inervado por los
burros, mi rabo donde mi voluntad deseaba, penetré súbito y por donde Dios no
quería. Parte mía, presente recordado, se agarró de esa inútil motricidad.
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