viernes, 20 de enero de 2012

Iddy y la enredadera


20 de enero de 2012

Iddy le puso cascada. Armó y trenzó las hojas entre verdes y blancos y le puso una ventana. Cristal para la transparencia. Pa’que la luz sea un paquete de lo bello en sus enredos. Y le buscó un jarrón simple. Que no reste. Ni multiplique. Brevedad. Quiso que, a lo sumo, resplandeciera en su totalidad y allí creciera bajo nuestra mirada. Mirando al estacionamiento del patio de la escuela. Y contemplando esos ladrillos contados y recontados desde la primera primavera que abrimos esta ventana. Porque después que cortaran el moral y quedara el espacio como una calvicie, le persiguió las ganas de algo en la pared. Y le pasó la mano. Dejó que yo fuera testigo de sus uñas brotar entre las hojas. Le concertó los tallos para que hubiera altivez y orden. Como una peineta goyesca. Así de hermoso el momento cuando le puso cascada. Y cuando abrió la ventana y se mecieron las hojas con la satisfacción de un corazón. La iluminada cara de Iddy. Se sentó en el alféizar como en un séptimo día. Una pierna colgándole.

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