martes, 13 de octubre de 2015

El deseoso (Octubre)

Pronto.  Los quietos cedros esperan el preciso momento cuando de ellos broten excesos, pesados, y excretantes bellotas; caerán, sin vacío, contra el gris seco del pavimento, salto, dos, trizas, darán vueltas en súbitas muertes.  Y como insidia que propone ser alerta, sus restos irán acumulando traza, un formal polvo se refugiará en la ranura de la vereda. A un señor que pasa le aparecerá un súbito gesto perdido y en su mente le goteará metálico.  Mientras octubre se remueve sobre almantas de azules ligeros, los nubarrones pasan sin que nadie le ponga el cuerpo, una línea obtusa guarda compostura y pone en su ceguera el ladrido de un terrier, el guano endurecido en la pintura de un auto. Lo que parecería estar ahí se ha ido. Ha vuelto la noche y se alza en medio de una serie de incomprensibles búsquedas. En un estado de alarma algunos salen a la calle con sus abrigos puestos. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Delicioso como de costumbre. Se le echa de menos.