domingo, 19 de febrero de 2017

Sueño bajo el almendro

Almendro en flor (1890) Vincent Van Gogh

Así, insistente, como el vals vienés, malo e indigesto, mi padre puso su tenor en la cuarta fila del agujero bautismal; y en secuencias, a la postre, quiso ser pastor de un herbazal que nunca vio ovejas. Se le dio, a las malas, por forma (remota) el callado con que apuntaba sus discursos/ arengas repetidas en un ordenado arenal en un patio de Kioto, y, allí, a la sombra del sueño bajo el almendro y el rastrillo. Dios sabrá porque los logros tienen esa lejanía. Quizás mi padre lo haya logrado entender en su soledad. O. Y. Pueda todavía afinar la voz aun después de haber perdido la postiza dentadura.

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