lunes, 23 de julio de 2018

El moral ha muerto

Clau 16 (Antoni Tapies)

El moral ha muerto. Las tachuelas de la ventana se han caído de un tirón. Y detrás, el moral, en dos rajado, simula una zancada verde. Y por la entre pierna, allá, el semáforo, el vector blanco de la escuela -prismas y ventanales- se ensimisma. Las jirafas del edificio a dos cuadras, cabecean mientras huyen. Y mucho más cercano, por encima de la cerca, la miopía del oeste amenaza a la destrucción del chiste. ¿Y quién se reirá en una era de afiebradas facecias por un moral que jamás dio fruto? Algunos levantan la cabeza al pasar. O. Tres niños hasídicos caminan en silencio tomados de la mano. O. Los adolescentes gritan histéricos jugando baloncesto en el patio de la escuela. O. Toda esta configuración de figuras en La Lengua se transforma en signos.


jueves, 19 de julio de 2018

Vitela mongana

Lanzerote 6 de Miguel Barcelo

Qué fruye de la vitela mongana. Del útero todavía el olor a sangre, y temblorosa por las ubres su hocico busca del cielo quebrado la fórmula del dios, híper colgante del enjambre el pezón succiona si mano si fortuna puja su hierro y blandura para cuando enfrente al preludio, como miembro o congreso sin desasosiego, en la redondez del plato y en el cuadrilátero de la desmesura que un buen falo cortará. Fundirán las ternuras su llegada al mundo en el arca de No he.

miércoles, 18 de julio de 2018

Matinal

Ingmar Bergman

Hoy. 1- Mónica Vitti al lado de la mar. Barcas, aguas leonadas, velas que se pierden en blanco por donde 1960 era un secreto. 2- Un huevo hervido, a medio explorar, aceite hecho virgen, y en cruz el bálsamo de la sal en su clara advertencia. 3- Isabel tiene en la espalda, según el esqueleto que carga, el Pero de sus cosas, el peso de mi mano, la curva del dolor, y la cama. 4- El perro del vecino no hace otra cosa que ladrar cuando abro la llave del grifo. 5- Amengua el calor. Las hojas en el moral brillan y se mueven detrás de las mismas búsquedas. De frente o detrás de los mismos ladrillos la pereza de una brisa. 6- ¿La mesa de abedul o bodegón? Una mano de guineos, tres peras, y una bocina forrada de tenso gris, reposan sobre el mantel. En la urdimbre del mantel, el Pac-man de Mondrian engulle los tonos verdes, rectángulos y cuadrados, ante mi tacita de Limoges color Luis XV. 7-El perro del vecino no deja de ladrar después que ha oído a mis correos electrónicos escapar dentro de un avión de papel. 8- ¿Será que la retracción que podría ser un poema aterriza en el patio de la vecina que descalza y en chores riega con una manguera verde el cemento? 9- 1966. Alec Guinness y Pacho Alonso. The Quiller Memorandum y María Caracoles. Berlín y Mozambique eran una lectura de colores sin retoque. 10- Debería culpar a Canetti por esta mañana que se mueve de reojo tal crema análoga. 11- Se me olvida el nombre. El de La Nieve. El del actor de cara larga. El del hotel silencioso. El hijo del pastor. Coño, el de las rubias de melifluas tetas. El de las frutillas y el reloj. El de Los Sellos. 12- Isabel, recién levantada, sugiere que el culpable de tanto peso podría ser Bergman.

sábado, 14 de julio de 2018

Aprieta el calor


San Lorenzo Mártir (1636-1639) Francisco de Zurbarán

Aprieta el calor. Sin saber por dónde los hilos se encojen. Ni cómo la libreta roja está ahí abierta, engurruñada piel de endrina, encendida por las letras y tanto manoseo. A menos que giren las hélices del ventilador, el estado del hoy por hoy rota perezoso- entre una palanca y los cuatro deseos de irme al carajo en un decir discursivo, casi hipoxia.

Del lado de mi nadir comparto la soledad de San Lorenzo. Batipuertas. Por si llegara algún vientecillo desde Rutherford dejo abierto el pecho, la cabeza mal cortada. Y antes de jalbegar todo esto y quede sin memoria, hasta el refrigerador llego casi avergonzado. Y se me olvida qué busco. 

Albedo de cidro. El aroma, estos ecos, llegan algodonosos y con 80% de humedad. Es un buen momento. Refrescada la memoria, resisto las esquinas de La Sala y La Biblioteca, entolo en la ventana, el moral, lencerías, aljamías (susurrado solitreo) desde las bocinas que se escurren por las calles, eróticas y vibrantes. 

viernes, 13 de julio de 2018

Actos de magia


Carruaje de combate hitita


Intuyo que el sonido en la bocina del carro que acaba de pasar es magia. Que lo que ahí ha caído es multiplicidad. Y que de su alargamiento frutal y de las telas oscuras el misterio puede, ajustado y tenso telón, expandir el eco y hacerlo persistir. ¿Qué hubiese sucedido en aquel solsticio en Tenerife si un corazón infantil hubiese latido con ese poder en el momento del sacrificio, y en el acantilado todos hubiesen sido testigos del bum bum bum aterrador? ¿Qué nos avisa esta sordera en una civilización de incesante bulla? ¿Por qué al acariciar esas telas sus texturas nos convierten en erótica esencia? ¿Qué hubiese pensado un griego ante la aparición de un veloz y desbocado carruaje hitita doblando por una esquina del Ágora? ¿Claxon?

Tan pronto el huevo resbala de lado en el sartén, las hélices pasmadas del ventilador se disparan. La cocina se refresca. Los platos de vetas azules brillan en el mismo centro. Algo de rotación en ello. Una post gravedad. Y si levanto la cucharita coreana en ella una grulla atraviesa de este a oeste, hacia lo cóncavo del límite y la medida. O. Como todo lo que se vierte, toda ella (su elegante cuello, su plumaje) desaparece entre el contacto y las negruras diarreícas del café. 

miércoles, 11 de julio de 2018

Claridad de la sambumbia



Detrás. Por donde Manhattan agudiza, claridad de la sambumbia, se enciman plateando la marea y los cliché. En busca de las rocas, una larga lombriz por la corriente rebota en el muelle. Desde allí, el suicidio sacude un gesto difícil, un paso en falso, y está casi a punto de ser, más que fragilidad, Todo lo contrario. Flor de vida su estado agónico mientras las lanchas en la lejanía se oyen romper las agujas según incontables aguas bordan. Y en el ruido, en lo cercano, desde los mejillones que se marginan y el paladar degusta sus cítricos, la textura (olivar) resbala en la cinco de la tarde. Se adhiere, forma su concupiscencia. Y al bajar la marea, a 20 metros de la orilla, varios peces, zapatillas sueltas de una ausente bailarina, deciden quedarse en los surcos del fango.