sábado, 1 de octubre de 2011

Viaje a Knoxville (El Vuelo Charlotte-Knoxville)

1ro de octubre del 2011

En el asiento16A Rebecca busca (distraída) algún Atila en el agujero oscuro de la ventanilla. Se ha presentado (curiosa) por culpa de Fray Luis de León. La edición de la Banda Oriental. Oriunda de Lima, Ohio. Tiene el rostro alegre y joven. Maestra de kínder. @ hijos. Divorciada. Sus manos se mueven de manera que quieren atrapar las libélulas encerradas en este vuelo. Son unas manos rosadas. Uñas del rojo cundeamor. Sus ojos transparentes no dejan de hacerme preguntas. Y. Las evado. Intento llevar la conversación a otros pastos y no lo logro. Una serie de confesiones me hacen fijarme en los detalles de la carátula de las poesías completas del Fray Luis. Tiene un amigo que es más que un amigo. Un ex en una base militar. Le gusta la comida puertorriqueña, la lasaña, el futbol americano. La mejor amiga vive en Knox. Y cuando lo dice los labios se le tuercen con placer. Como si yo, cómplice de sus secretos, acariciara todo aquello con asombro.

Cuando la vuelvo a mirar, me doy cuenta que tiene la cara perfecta. Taheña. Manos tan expresivas que se alargan para atrapar la libélulas que se mueven entre los dos. Sigo a una que se posa en la misma raíz del aburrimiento. Allí aterriza y se queda quieta.

Yo lo que sé es callar. Al fin y al cabo, vira el rostro hacia la ventanilla  y la veo inclinarse como si hubiera divisado algo en la oscuridad.

Fray Luis me tira una línea y la sigo a ciegas:

Felipe, ni la India, ni la rara
Fray Luis de León

Asumo lo de  tus piernas. Se desvía,
Esta, la esfera de mis vueltas, la
Otra espalda de mis deseos (.)
(Grumete) que (se) parte en tiempos.

Seda por sacar el pie. Intemperie
De los arcos. Porque ni la India,
Geografía de un corazón rosicler,
Ni la rara (certeza) darían con

El progreso de tus labios, (O.Y.),
Los sofismos de tus dedos, y aquella
Parodia con fauces donde a Don
Felipe le pusieron sueños por abismos.

Ya ves. Mi deseo sobre estos
Arabescos se reproduce.
Permeas y ya no sé a quién defino.
He puesto mi cabeza para que la cuelguen
Donde estés.

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