viernes, 11 de julio de 2014

Vacacionales (IV) o El arca perdida de los protistos

سفينة نوح | תיבת נח‎‎ | Noah’s Ark 


Abedul. De abedul sueco el carapacho de esta mesa. Blanco. Kon-Tiki. De oeste a este en la cocina navega en el gotear del grifo. A la deriva, hacia las sombras de afuera, los estorninos desesperados se revientan entre el verde del moral en busca de un intestino mayor que los imante. Al borde: 

1- La tacita Limoges color Luis XV. Todavía tibio el café en el fondo un último sorbo.

2- La servilleta doblada por si necesito usar su otra cara para la mía.

3-Una cuartilla en proa. Allí delineado en cúfico un versículo personal para las noches de tormenta. Y las palabras alboroque y cenefa como dos flores en la soledad: una rosa de Schiras para el cuerpo abierto del mediodía y tulipanes de Konja para el afloje de las olas en la tarde.

4- Y la correspondencia. De Isabel la factura del psiquiatra, las fotos de su hijo, la cuenta de la tarjeta de crédito Discovery patente después de un largo periplo de compras por Sears, Walgreens, Path Mark. Y cupón de consuelo de un 30% todo el papel higiénico Scott que desee hasta el 3 de septiembre del presente. Yo por suerte, hoy, nada.

5- La cámara. La cámara dentro de su estuche negro. Capaz de 3000 fotos digitales. Dormida igual que una leona marina, espera.

6- Al lado de la cámara, el vaso. Vidrio mejicano. Fácil de agarrar por su diseño. Boca ambiciosa y estrecho de culo.

7- Un rollo de papel aluminio. Atravesado en el medio de toda esta travesía. Servirá para algo su plata y su peso, me lo juro.

8- Babor. Tres pares de espejuelos: dos de sol y uno para leer. El de leer parece leer el abedul absorto. Uno de sol desde una cara invisible me observa al revés. El último, el de Isabel, reposa sobre/entre una banana pintona y un cartucho plástico con dos croissants. Todo junto será un catalejos.

9- La lámpara. Popa. Veinte años en el mismo sitio. La misma noche y la misma estrella desprendida debajo de la misma nube. Faro cuando esta mesa alguna vez fue isla. Luna cuando el abedul alguna vez fue árbol.

10- El robot y la caja de lápices de Damián. Debajo de la lámpara. El robot mirando a Meca. Los lápices con sus cabezas perdidas -boca abajo- esperando el vaivén del trazo.

11- La Biblia de Estudio/ Mundo Hispano encima de dos años de mi correspondencia. El marcador (Exodo 25: 31- 40) cuelga rojo del oropel como pene de pato. Y encima de la biblia, mi gorra de Prana, verde, sudada su visera de capitán.


12- Y mi computadora. Manzana iluminada a estribor. A ella regreso en este abordaje a morder el correo electrónico de Ka. De quien extraño su aceleración por las aguas movibles hasta mi brazo, gramática, expulsión, arca perdida de los protistos.

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