miércoles, 22 de octubre de 2014

Viaje a Montevideo (En el restaurante El Palenque)


Dama vestida de rojo, Glauco Capozzoli

En El Palenque. Pamplonas. La mole tibetana en preciso descuartizo bajo el tragante de aromas y pellejerías. Un tren-invisible estación- se lleva por delante la forma, el humo, las cosas más concisas, y las menos estimadas. Asoman endurecidas vísceras. Jamones hipercolgantes. Y frente a mí- aparición- una brasilera se lo come todo. A mí con ello. A mí con su marido. A todo un paralelo de rabias desde Tordesillas hasta su desquiciada ingestión en riel interminable. De polo a polo. Todos aquí frente a nuestros platos. Cuchillos y cucharas. Y el paro del dudar donde sus dedos son la fibra misma de una oscuridad del alfabeto. Queda, irreversible, masticadora, su boca babeante. No es Drácula un momento ingenuo? No tiene Frankenstein un hueso favorito? Y Corta con la agilidad de un siniestro mi curiosidad. Me toma de la mirada. Y en las ventosas, suavidad de su pastosa lengua, por su bolo deslízome, latido y sofoco, y allí me aferro a la seriada endosimbiosis, esta noche, bicapa lipídica, en su hotel, sin que el portero y su marido se enteren.

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente blog, muy bueno. no solo el viaje se disfruta más que los bienes materiales, sino que la anticipación de las experiencias que se han de vivir durante el viaje genera una sensación de felicidad mayor que la anticipación de comprar objetos. las experiencias mejoran las relaciones sociales, se valoran más en sí mismas y menos en comparación con las de otras.
Fuente: galapagos islands cruise ships