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Lanzarote 28 de Miquel Barceló |
En la
tarde de un súbito reino. Facón lubricante de carne su lunar dominio. Junto a él,
sien, argollas, duda, sus miembros debajo de la piel de la esclava, le ofrece
abrir los ojos. Hija de dorados. Estrecha palabras, y sin quejas, menciona su
nombre, y él, ve su sombra sainada en la de ella. Una fruta arribando por los
deseos. Hija de un arraigante árbol de gente de hirsutas verrugas y cuerpos
listos. Y aquella tarde ella piensa lo necesario. Lo imperativo que tiene que ser
olvidar algunos cuerpos si nos traen la vida.