La choza en el pepinar, voluptuosa, aromas de chuletillas de Sion, los verdores y vectores, y la suma y la resta, sus delantales del arjé. Cumplo con mi espacio del cuarto a la cocina, parcho en los merinos, el verde mi favorito, y los trastes, hundidos de paciencia y fricciones, se conglomeran contra la redondez que pace.
Los vientos de la tormenta Isaías revuelven los agujeros, la vida en el espacio de cada hoja en el patio y el moral. Una talla para la estadística- La Vida sopla la vela encendida. Cuadriculado mapa ese. Aparecen Mondrian, pasadizos, orlas, perseguidos por PAC-MAN. Lo invisible se impulsa. Detrás, legará la calma, las ardillas del infinito trepan antes que arriben las lluvias.
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