Eudora Welty |
No es lugar para ti, mi amor. Las semblanzas. El metraje alambrado del río persigue los edificios. El rencor, al que nadie le puede llevar la contraria en este bochorno, llena la concavidad del Hudson para que uno sobreviva junto a él. Nada cabe. Y, desde luego, todo me sobra por dentro. La talla. El peso. Obstinarme. También (anoche) el beso que debajo de la luna perdió la arandela, y quedó, por si la belleza fuera demasiado, atrapado en esas cosas que pasan.
El ferry se detiene en el bel muelle. Desde acá, hay poco que decir de Siddhartha, piratas o almejas. El agua cursa sin hostigar. No hay espejo roto, no hay meditación. El regreso sobre las aguas, al cabo de un rato, cuerpo estanco, choca hacia el sur hasta encontrar mi costado.
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