Allemande
Como si (La Vida al empezar) empezar presentara -primero- un tacón funcional y, luego, el collar apretara, al caer, una protuberancia a la que se le aplicará el pie una y otra vez.
Courante
No hay que tener valor. Tres colores, dos pasos, varias cabezas porosas, y el canon fabrica el encaje de su velo, y sus dedos, curetaje, la excepción de ese vitiligo por donde la esgrima se escurre.
Sarabande
A tientas, asta en el ojo, el zumo conversa con la retina en la cóclea: de costa a costa, crujidos entre negras y blancas rocas, se acercan y pisan bonito los tres: El Padre, El Hijo, y El Espíritu Santo.
Gavotte
Queda el teclado hermético y de peral dorado su butaca, sans vueltas, lábil marfil, presionada la peluca (roñas, tiñas, y alopecias) hacia el filo de los Alpes si es que el fin es, al cabo, lento faisandaje agujereado de perle.
Bourrée
Talón sin fecha. Y a punto de mentir, Gozar y amagar, Amagar y no dar, Dar y reír. Y si se quiere, Cádiz también.
Loure
A pesar de todas las reverencias, sospecha, huesos desiguales, el cuello de su armadura, y la expresión del asombro. De soslayo: notas inégales los labios del brete.
Gigue
Sin apuros lo que cae, cae. El pie -anacrusa- ensancha a medida que el terreno se va creyendo el tanteo. Una y otra vez, desliz de los cubiertos, por dentro el agua rechina: La mano de Baldovina separó los tules de la entrada del mosquitero.
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