jueves, 24 de marzo de 2011

Brindis con Segura Viudas

24 de marzo y 2011


Una ronda de nubes acaba de pasar. Y detrás, el rugir de los motores de un jet. ¿Cuál velocidad me visita sin que comience a perder el equilibrio, aquí, en este espacio? ¿Equilibrio?

Los parches de hielo en la acera me aconsejan que si salgo tendré que pisar bonito. Que desconfíe. Según el canal dos (CBS) ¿no había sido el 20 el fin del invierno? El hombre-¿cómo se llama?- tiene una corbata lila. Este es el fin del invierno. Sonríe. Se mofa de todos nosotros. Da varios datos de meteorología. Y yo le creo. Yo siempre le creo. También me dice que hoy es el día en que recordamos el naufragio del Valdez en las costas de Alaska. Pobre diablo.

Abro para la ocasión una botella de cava. Seguras Viudas. Brut Reserva Heredad. Una flauta. Las pequeñas explosiones de gas atracan en la superficie. Y yo me frustro con la belleza de esas serpentinas, que suben a partir de la nada, desde un invisible punto, sin avisar, en un trillo (estrellado) hacia lo alto. Y luego otro. Y luego otro.

Aparentemente han pasado todas las nubes que tenían que pasar. El azul asalta. En lo más alto del único árbol que se divisa desde este ángulo de la ventana, flota una bolsa plástica. Parece luchar. ¿Querrá liberarse de las ramas o de la altura? No estoy seguro si el viento que la mueve viene en dirección oeste o norte.

La certidumbre siempre me pasma. Las agujas con sus tiernas explosiones se siguen comportando, en ese segundo viaje por el paladar, con la misma precisión con que descorché la botella. Macabeo 67 % y Parellada 33%. Certidumbre numérica. Otra bolsa de plástico crascita y de ella saco el jamón ibérico.

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