30 de diciembre y el 2011
Acusa. La noche se restriega. Parece limpiarse el ano con los polvos que han dejado en los andenes. Un mínimo agujero tipo perro dejado al albur y que ahora se la busca. Es o será el reverso de la noche. Las burbujas flotan. Todos levantan las copas y se declara que la felicidad tiene que ser de todos, y se le extiende a cada uno de los presentes sin distinción ni reparo.
Se inclina sobre un Martini (colado). La puta que lo pario es un estado que se lo guarda para quien se lo merezca de aquí hasta el resto de la noche. Y lo sella con el primer sorbo que baja y se disuelve en una planicie perdida del páncreas. Le levanta una silueta casi sin el búcaro que tiene delante. Y. O. Su histeria se distingue porque tiene unas olivas clavadas en B menor, de espectacular hemorragia. Y ahí para. Nota ante el espejo la luz repartida en un óvalo parecido a lo que deseaba en una monja.
Ha extenuado la noche tratando de decírselo. De ponerle la capa. De extraer la esencia antes de. De. Una capa de oro y de plata, dengue. Y la talla de un hacha que se mida de hoja a hoja y se balancee antes de entregarla a la mordida del primer golpe. Parece algo así. Y sabe que no es necesario que sea así. La levanta sobre la cabeza y la deja caer. Una y otra vez. Sin que nada pase. Dengue.
No es de repente que se le haya ocurrido que hay un wikimundo que tiene todo el tiempo disponible. Se ha mirado (el Eterna-matic las uñas las venas donde ha puesto la mano) y no intenta rescatar esa luz sobre los hechos. Piel prehistórica. {a} intervalo degenerado. No se resiste. Levanta el Martini para darle un orden a las cosas al pasar. Es un simple brindis por estos días. Ni irritado ni fecundo: sabe lo que le espera.