lunes, 20 de enero de 2014

Asomos y brotes

Hande (1963) Gerhard Richter


Agrada saber que asomos y brotes pasan de mis manos al verde- machacado- de la menta. Usurpa entre dientes, grávidos, el aroma, contendiente sensualidad. El labio superior, un botox perfecto, liquidez si se quiere. Una insistencia casi teórica para arrancarnos de los asientos y enviarnos a chingar con las protistas. Enjuagar otra vez con esas aguas los lejanos puertos de los griegos y sus cíclopes brutos. Y llegar, como lo hiciera Jonás, por justos regurgites (eucariontes) al arrepentimiento. Ya. Veamos. Por el lado de las venas entregadas al fluir, doblegadas al arrebato de la dermis en rosetas -vergüenza- como supondría una zagala al ver su primer pene en una fragua. Cómo se puede comparar esa consistencia sin la íntima irresponsabilidad de la opinión. Olfatear, no obstante y por el momento, aunque por debajo las sábanas saquen a relucir un dedo gordo y deformado por los hongos.

No hay comentarios: