domingo, 29 de enero de 2017

La Mar


Kahnfahrt (1965) y Gerhard Richter

Si me arrimo a La Mar: urcas y pinazas. Al borde: un planeta en El Verbo de sus verduras evaporadas. El rasgo: exposición: las carnes (palos de inga vera) asadas en un interminable transporte de ser y estar. Y al juego de chirlas y sabores: un rotor que da más vuelta que el Salmo 23. Y, en el bauprés, estilla un zumo el aire, extendido en calar y expirar: el estado del filicidio que se imaginan los pargos, el rasgo, oblicuo, mesura, cuando las mujeres desde la orilla les gritan a sus hombres que ya regresen: que la mar solo da su simpleza cuando quiere.

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