jueves, 12 de enero de 2017

Reciente paleolítico


Mapa de America (1561) de Sebastian Munser

Atila como atuendo. El saqueo. Hasta las patas y cascos en pellejería de caza. Podría ser parte de mi Historia. O. Y. Parte de reciente paleolítico. Me veo de costado, todavía, el perfil del arco tenso por las matemáticas en tercero. Apuntando a la punta del pito aunque ya su grafo Era Amor por la maestra Dolores a quien Paul Simon le cantaría con desdeñable acento. Y ya se sabe: Las Historias personales tienen un cabo cañaveral, un cayo hueso, una boca ratón, ese lunar de las vergüenzas (que trae) la inmersión en las titubeantes americanas con sus melenas recogidas para hacer deportes que inclinan a un cuerpo masculino o felino y bien alejado del toto abarcador. Uno se aclimata y ahí queda mascado femenino, masculinizado binomio al margen. Y te rodean, día y noche, desde párvulo a universidad, caudillos e himnos, en la yegüería, las crines del relincho y libertadores en sus noches solitarias. Esas incondicionales amantes que subieron cordilleras, y en valles, a la sombra, se los chingaban hartas de tantas pendejadas libertarias. Al fin y al cabo, les pusieron, además de la jáquima, y por encima de mi Historia, y porneia, nombres concupiscentes: Venezuela, Argentina, Cuba, Colombia, Bolivia, Honduras, Guatemala.

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