viernes, 10 de marzo de 2017

Mi Peso converge con la nieve

El puente George Washington (22 de diciembre de 1936)

Tan pronto creo “que no haya soledad” el cuero en mi cabeza su perfume desprende líquidas caspas hasta la acera bajar al desagüe. Las improntas y su dejadez. Esta calma (dentro) embarrada conmigo, pedazos en el rupestre tránsito que aparece en la Ruta 4 en dirección al puente GW. Y la ceja encajada por el resto del agua porque no supo llover en esa sombra de una banda de revoluciones que aspiraba cruzar el Hudson. De este lado, fricción, ambulante, en sus excesos, Mi Peso converge con la nieve. Y en ello, riesgos y primicias, trasmutan las rondas el drenaje de estas células en El Canto. 

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