jueves, 25 de abril de 2013

Muñeca


Torso (1997),  Gerhard Richter


Porque eso sí, parece el engaño de un torso. Talanquera, superior rococó de licra y cutara guindando. Displicente descascara dos naranjas y el perfume en la uña deja la resina correrme una tetilla. Desiguales territorios ambos sin adjetivos- que nunca sirven ternuras- encoje los hombros. Cómo. Si esperara algo a mi edad. Si alguien entrara. La luz descubierta no tendría concesión, la incertidumbre quedaría en la boca. No sé ella. Pero se levanta y le ha quedado un hilo blanco colgando de un glúteo. 

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